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Gracias a un proyecto desarrollado en torno a la obra de Goya, comencé a tomar mayor interés por la obra del genial artista aragonés. Por supuesto, siempre me ha interesado el trabajo de este artista, quizá más en su vertiente gráfica, pero también es cierto que nunca antes había profundizado en su obra pictórica con tanta intensidad como ahora.

El conocido cuadro del perro semihundido, perteneciente al grupo de las pinturas negras, ha sido inspiración desde hace siglos para diversos artistas, a mí siempre me ha parecido una pieza intensa, seductora, poética, a la vez misteriosa y con una magia especial. Goya la pintó en sus últimos años de vida sobre los muros de la que fue su casa de campo, situada en Madrid a orillas del río Manzanares, más conocida como la Quinta del Sordo. Esta pintura pertenece a un conjunto de catorce escenas distintas que decoraban el interior de las habitaciones de la casa. La vivienda fue derribada aproximadamente en el año 1909, pero unos años antes, hacia 1873, el fotógrafo francés Jean Laurent (1816-1886), realizó una serie de fotografías previas a la extracción de las pinturas para trasladarlas a lienzos. Por suerte estas fotografías se conservan en la actualidad, y realmente son las que más me han interesado, y las he utilizado para desarrollar este trabajo. Las imágenes lógicamente están en blanco y negro, pero en ellas se aprecian varios detalles que nada tienen que ver con las imágenes que hoy podemos admirar en las paredes del Museo del Prado, donde se encuentra expuesta. El hispanista británico Nigel Glendinning señaló, en 1986, que algunos toques y pinceladas de Goya desaparecieron al mudar las obras al lienzo, y realizar la primera restauración. En la fotografía realizada por Jean Laurent, hacia 1874, se puede observar un roquedal de fondo y unas posibles aves, a las que el perro dirige su mirada.​ Hace algo más de cien años, en un artículo publicado en 1909 en la revista La España Moderna, Valerian Von Loga conservador del Museo de Berlín, escribió: “Detrás de una roca, en el primer término se ve una cabeza de perro, que quiere coger pájaros”. Desde el momento en que se destruyo la Quinta del Sordo se ha especulado con diversas interpretaciones sobre el significado de la obra, sobre si lo que aparece en las fotografías son pájaros o simplemente desperfectos en el muro, o incluso que la obra estaba inacabada.

Puestos a especular, yo he creado esta obra en formato biombo. Para ello he utilizado los elementos que más se acercan a mi carácter y mi forma de expresarme. Por un lado, he empleado la cabeza del perro y la roca, que aparece en las fotografías de Jean Laurent, adaptándolas a un formato algo distinto, y por otro, he decidido que lo que para mí son unas simples manchas o imperfecciones en el muro, pueden ser realmente dos golondrinas que juegan en el aire bajo la mirada atenta del perro. Al añadirle estas pequeñas aves, la obra cambia de repente, y ese halo de tristeza que puede tener esta obra, se convierte en algo más etéreo. En mi opinión, quizá cobra más sentido y tiene más unidad, pero esto es mi humilde opinión, son ustedes los que deben valorar esta obra.